El hechizo que me hiciste
funcionó a la perfección
un encantamiento para
destrozarme el corazón.
La bruja del castillo
sus pócimas te prestó
para convertirte en el caballero
que fuerte se presentó.
Pequeño animal
encantado por una bruja
haciendome creer
que se hincó con una aguja.
Me sacaste de la habitación
en la que estaba encerrada
y venciste al dragón que
me tenía acechada.
Yo caí en la trampa
como una tonta enamorada
que de su mundo de princesa
salió apresurada…
Y el sapo por fuera
jamás se presentó
creí que principe eras
y que él jamas existió.
Aunque muy dentro de tus ojos
yo veía la realidad
un anfibio verde y baboso
sin una gota de maldad.
Pero era muy mentiroso
y no lo podía amar
y aunque era grandioso
no lo dejé pasar…
Y salí corriendo
de mi mundo de cristal
para toparme con la cruel realidad.
Pero una moraleja aprendí de todo esto:
“Por más grandioso que parezca
un principe encantador
corre hasta que desaparezca
y no sufrirás por amor”