El Niño, que reposa en la pobreza,
es el Ser uno y trino, el omnisciente,
dueño del firmamento, omnipotente,
el arca de la espiritual riqueza.
Él nace cada día en la tristeza,
en el hambre y la sed del penitente,
en la fe y caridad del oferente,
en la flor virginal de la pureza.
Por ti, María, madre medianera
entre el Reino y sus hijos desterrados,
se ha derribado la mortal frontera.
La Trinidad ha izado su bandera
para los justos bienaventurados
que en ti logran la dicha postrimera.
Autora: Emma Margarita R.A. Valdés
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