Los dedos de la brisa otoñal
comienzan a cosquillear mi corazón
mientras camino por la vereda nocturna.
Los pensamientos
flotan en mi memoria como peces
hay muchas cosas en mi mente.
Mis sueños; convertidos en estrellas
son los únicos que siguen mi camino
las luces de los autos
iluminan mis pasos.
Solitario. Como estuve durante años
solo con la esperanza de escuchar
tu voz; oír tus pasos, mover el sol.
El reloj corre su infinita carrera;
donde mi alma lleva el último puesto
cansada de las embestidas
que propinan los sueños.
Despierto; es real. Tú no estás.
Ni tu voz, Ni tus pasos.
No puedo mover el sol
Ni detener el reloj.
En esta injusta competencia
donde el tonto perdedor solo soy yo
mi único premio es obtener
tu sonrisa iluminadora.
Como la luna, ilumina mi noche,
no hay ninguna excusa para
que vuelvas a ser
mi estrella chiquita y bella.
Pero la distancia entre
mi corazón y una estrella…
es más cercana y acogedora
que el mar de lágrimas que nos separa.
Quisiera secar con las nubes
el dolor y el llanto
volver a ser feliz un poco más
solo un rato.
Ese rato que se convierte
rápida y cruelmente
en un segundo de ilusiones
y fantasías.
Que me mantienen con vida
en esta ironía de quererte y perderte
una de tantas cosas en mi mente.
Ese dilema que me ata
me clava en lo más profundo
del abismo de mi soledad.
Sintiendo de nuevo los dedos fríos
de la brisa otoñal.
Mientras me dejo llevar
y vuelvo a llorar; ya no hay
mas vereda que caminar
pues un mar de lágrimas
nos volvió a separar.
Autores: Gabriel Lopez y Merfy Rodriguez
(El poema trata de como una persona siente la soledad al punto de ilusionar con esa persona que ama en todo su alrededor.)
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