La palabra se vuelve verso,
el verso se convierte en poesía,
el poeta la traga, bebe ese universo,
y en mieles placenteras regurgita.
Condena a esa palabra a ser su esclava,
y su voz embajadora de armonías,
que dictan sensaciones en escalas.
Que conllevan los matices de la vida.
Así surge el poeta cortesano,
de lamentos de risas y del llanto,
de un sinfín de de sentimientos artesano,
que se nutre de la crítica y el aplauso.
Vas poeta en el mundo trashumante,
del sentir de todos inferido,
nada es nuevo seguid siempre adelante,
que lo que dices hoy ya se había dicho.
Mas tu palabra es fina es subyugante,
eres un dios por la poesía bendecido,
¿mas dime poeta? si en un instante,
no te hiere la intriga del olvido.
Enviado por: Efrén Romero Acuña 2010