¡Qué si lo conozco!
Qué por qué hablo de él?
Qué cómo no, sí ahora mismo lloro por él.
Se ha metido en mi piel y de allí no quiere salir
infeliz, moribundo, le digo y él se queda.
A gritos le suplico que se vaya que me deje dormir,
allí sigue, dejándome ser; indefinidos, grises,
inerte son mis pensamientos y vuelve a aparecer los recuerdos
de aquel que me mostró el rostro hermoso del amor
y ocultó la desbaratada anticipación del dolor que el envuelve.
Ahora discutimos, él me habla,
quiere quedarse y yo no deseo que siga,
pues se hace de día y estaba oscuro y yo pregunto
¿Quién fue ese que invento el amor?…
¿Quién dijo debes amar, y quien es ese que causo
esta discusión entre el amor y yo.
Enviado por: Sara
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