La mañana calienta las voces,
y la daga estrella entre maizales,
donde busca entre matorrales,
pero no encuentra, se va, se sale.
Hoy los versos cometas en revuelo,
no hay más tristeza en el cielo,
ni tampoco momentos quiero,
que los de un poeta, vacío, muerto.
Y la espera sigue mientras combina,
la sal y el tequila conmueven,
la esperanza rota que atina,
y la fe es lo único que lo mueve.
Noches de desvelo y alegría,
se tornan en su tez, casi fría,
bohemia pura y melancolía,
mientras grita, donde estas vida mía.
Truena el cielo testigo de vanidades,
dulces sonetos, pequeñas trivialidades,
donde lo encuentro, donde lo busco,
no hay más que decir, no movimientos bruscos.
La espera fue larga y sincera,
pero hoy nada queda,
solo el despertar de un sueño,
que escribió su historia, pequeño.
Hoy los versos no plasman un te quiero,
solo la soledad que asiste el cuarto austero,
recuerdos de ti de mí, enteros,
mientras el poeta queda, vacío, muerto.
Autor: Luis Fer