No puedo perdonar las lágrimas nocturnas.
No puedo olvidar las calaveras inundándome día y noche.
Sacien su sed en mí, colmillos desgarradores.
Voces profundas, Gritos desoladores, Vinos sin fondo.
Agridulces estos últimos de tanto suspirar
Y de tantas agitaciones pectorales.
De las tripas.
¡De las tripas sacaré el cuchillo mágico
Purificador de toda humillación,
De toda denigración!
Llegó la hora de mi medicina,
Que debo digerir a causa de las hojas caídas,
A causa de las burlas,
De tus besos matutinos cubiertos
Por los velos soñadores.
Me voy durmiendo, me voy entregando
A las mandíbulas apretadas,
A los puños en el aire
Y las alegrías revoltosas en cada rincón
De mí desgastada conciencia.
Autor: Cristian Rubio Linero
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