Si tienes tristeza, alégrate; el amor es gozo.
Si tienes enemigos, perdónalos; el amor es paz.
Si tienes amigos, búscalos; el amor es encuentro.
Si tienes pobres a tu lado, ayúdalos; amor es don.
Si tienes soberbia, sepúltala; el amor es humildad.
Si tienes deseo de apretar una mano, hazlo; amor es deseo.
Si tienes necesidad de entrar en ti mismo, examínate; amor es un instante.
Si tienes un corazón vetusto, cansado o asustado, revive; el amor es entusiasmo.
Si tienes un corazón vacío, llénalo; amor es necesidad.
El amor se esparce como una fragancia inconfundible y grata,
como el aroma de un enorme aerosol.
El amor sabe y huele a bondad y a paz serena, a sortilegio,
a compañía y a bellos silencios largos,
a villancicos de niños, a alegrías susurradas,
a ocultar ilusiones de colores mantenidas frescas en las bodegas del anhelo.
El amor engendra cada vez la fuerza incontenible
de iluminar las almas con faroles de amor y esperanza
para armar en un corazón con penas,
todo un cielo de luces y riachuelos para que naveguen
hacia la mar las naves del miedo, el odio y el rencor,
y quede sólo el amor, siempre el amor.
Autor: Anita Carmela