Si tuviera la gracia de besar tus labios
y día a día probar tus mieles;
que cada vez que amaneciera,
te encontrara en mi lecho,
envuelta en mis brazos…
¡Oh! De mi mortal dichoso,
que tal tesoro poseyera.
te ruego y suplico a ti con convicción,
lo que pido con verdadera devoción,
que atiendas a mi voz;
cuando te digo…
seguid mis pasos a donde
pueda a solas hablar
y tú puedas escuchar mi alma.
Ved que de ti anhelo y de ti deseo,
tu permanencia en infinito tiempo.
que en ese instante te mostrase,
como también eternizar,
sentimientos de mi corazón
que con sinceridad te ofrezco.
ser unido a ti tras dulces votos;
de testigo Dios que une,
de dos en uno y testigos familiares,
que oirán tu voz y mi voz…
Tu promesa y la mía;
que dirán amen a la bendición
emitida para ti y para mí;
de quien celebro de gratitud a Dios
la unión de nuestras vidas.
Autor: Miguel Angel Salas