Soledad, te cedo hoy todo, todo lo dejo en tus frías manos
a cambio de un beso, un profundo beso de amor,
en la última agonía y a Dios de mi corazón cansado,
porque tú no te alejas y ya me dejas soledad,
eterna amiga de mi alma, que matas mi fe y mi esperanza,
que hace reprimir los deseos más intensos de un amor verdadero,
soledad, has sido mi única compañía por tantos años,
por tantos y tantos días, y aun así me haces sufrir.
Yo no logro acostumbrarme todavía, entre tus brazos vivir
¿Por qué Soledad, por qué yo? por qué te quedas a mi lado
si yo no te elegí sabes lo mucho que he extrañado,
una sonrisa alegre que me diga te amo, unos labios intensos
que hablen al abrazarlos y la mirada tierna de unos ojos enamorados,
y tú, te quedas aquí, fiel compañera enemiga de mis dichas y amiga
de mis llantos, un millón de almas frente a mi alma, y tú encadenada
junto a mis noches, a cuatro paredes cansada de fracasos, has hecho
que solo vea el oscuro silencio de tus brazos ¡ay! Soledad ¡vete de mi lado!
no quiero verte, no quiero palpar tu inmensidad, tu grandeza hace pequeñas
mis fuerzas, y agranda el deseo, al acaso de mi vida avanzar.
Has penetrado mi existencia, mi alma y en ella te disfrazas,
asesina de mis sueños, madre del desconsuelo, de mis albas frías,
y manantiales de barro trizas has hecho de mi sonrisa y de mis encantos
¿qué más esperas de mí?
tal vez deseas de mi vida sus pedazos, y al fin ser feliz
oh, soledad deja a mi alma que ya quiere dejar de sufrir
y por fin disfrute ya de tus besos,
oh soledad te cedo hoy todo, pero aléjate de mí
lo único que quiero es ser feliz.
Autor: Anita Carmela