Estúpido poeta, una fotografía gris ceniza
marca el territorio donde guardo
tu rostro, única cosa que de vos me queda,
lo miro con mucha fijeza y una vez más
quiero imprimirlo en mi memoria,
luego cierro los ojos y lo proyecto ahí
(en la sala oscura del interior de la cabeza),
sin nada entorno a esa imagen, vacía como tu alma,
que después de un rato pierde nitidez.
Hay situaciones que te cambian la cara
para bien o para mal, me digo, esperando
que alguna vez seas sincero, autentico,
pero te quedas en sueños naufragando
en la luz de la madrugada, soñando solo
con nuevas pasiones y tantas cosas vanas.
Mientras yo en un mar de soledad,
quiero vaciar tu imagen y con las más
feas palabras, componerte un poema
capaz de dar lecciones de valores y autoestima,
dibujar tu sucia piel, tus largas pestañas,
tus legañas de cinco días y hasta tu estúpida mirada,
de hombre falso, embustero, pero un rostro
no deja de ser un papiro con el relato de una vida,
y el tuyo tiene una horrenda historia,
puedo escribir cualquier cosa para cambiarte la cara
y, sin embargo, es precisamente en la escritura y
en mi mente no estás…
Estúpido poeta.
Autor: Anita Carmela
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