Cuando la distancia despida el tumor en el que los rostros se agazapen brillara en mí el flagelo de tus ojos, manantial y excesiva fiebre en el manto y seduciendo como crimen el fuego se apagara. Aunque los rostros sigan allí todo se esfumara con los alientos de las marchitas agonías el despojo se hace segundo y la muerte la condena, a paso de un gigante un susurro al golpe de puño despedaza un pétalo como criatura queda invalida, es perseguirse tanto como el quiebre de la primavera a esto las ventanas embalsan silencio y yo mudo en mi habitación estoy perdiendo el sentido este día se ha ido, volverá a mis ojos millones de imágenes puesta por recuerdo, puesto que mi vida se está acortando, un día viene otro se va y así nadie toca mi puerta.
Esa puerta de perla y de camino angosto, rumores pasean de cuerpo sujetado por hueso encendiéndose de cenizas quizás convirtiéndose en carne, quizás siendo una luz en un oscuro y terrorífico presente se aporrea así mismo entiende más allá del engaño y conoce el tamaño por lo cual su medida se adhiere se achica se hace mulita choca con paredes y toca un sonido pues tanto es el mareo a si mismo que percibe a veces caerse… otro día ha terminado es el sol que acuesta su rostro en imagen y deja sombra pues donde prendan los humanos su luz distinguirá que su sueño se halla iluminado.
Pues deja amanecer y conmigo suceden los días deja la anochecer pues el inventario en su afán me hace prisión toca las veladas suele moverme con compulsivita, cree ser que soy lo que debo estoy expuesto a estrellas a cometas en tierras bajas impulsivas navegando me suicida, pues la nave en esto se hace un viaje que me atormenta más que nada no deja de ser los años mi vida y mi alma la eterna diestra que me sujeta, pues los días se van yo sólo espero.
Autor: Gastón Gomez