Soy hija de padres separados y no me encuentro afligida por esta razón.
Hay muchas relaciones parentales (como lo fue el caso de mis padres) donde la convivencia en «familiar» resultaba insoportable, peleas constantes, reproches sin parar, críticas y peleas continuas, difícilmente hacían que mi infancia y mi desarrollo fuesen los que yo deseaba y los que necesitaba siendo niña. Finalmente creo que la mejor decisión que tomaron mis padres fue la de separarse. Mucho me podrían haber ahorrado si se hubiesen dejado desde mucho antes de tanto martirio, por un lado mi padre con su complejo de responsabilidad y de «Padre de Familia» y por el otro lado mi madre alegando que tenía que mantenerse la familia «por el bien de los hijos» en realidad en ninguna oportunidad me preguntaron si era feliz con la situación que vivíamos en casa pero me usaban como excusa para tapar sus propios miedos, necesidades y frustraciones.
Es valida la idea de luchar por un matrimonio, pero por convicción, fundamentado en la idea de que aún hay amor y no una utopía. Sras y Sres dejen de usar a sus hijos como escudo y comiencen a trabajar en ustedes mismos. Un matrimonio no se sostiene sólo por los hijos, porque pensando en esto procuran en cambio aprendizajes que considero no son los más idóneos y si sus hijos no tienen la madurez y el criterio suficiente para entenderlo, los encontraran repitiendo su misma historia, crearan un ciclo.
Yo en lo personal considero que no es nada sano que un hijo(a) vea a una madre sufriendo, y con una enorme autocompasión que aumenta con el pasar de los años, con una autoestima derrumbada por la carencia de un amor que posiblemente ya no existe pero «junto a su padre». Preferiría ver en cambio a una madre luchadora, vivaz, segura de sí misma, acompañada o sola, emprendedora, alegre y noble, capaz de rehacer su vida y servir de ejemplo sus hijos. Seria esta una mejor enseñanza.
En vez de ver a un padre que cumple sólo con presencia y de vez en cuando, que es infeliz en casa, que está pero que es poco tiempo de calidad el que brinda a los hijos, y que comparte su amor con otras mujeres esporádicamente porque ya mamá no es suficiente para él. Preferiría sentirme orgullosa de tener un padre consciente de sus sentimientos, capaz de decir se acabó, gracias por todo lo que me has dado pero ya no te amo, tengo el valor de intentar ser feliz, y prometo apoyarte cada día en la crianza de nuestros hijos, confió en ti por ser la mujer con la que he compartido todo este tiempo y te cedo espacio para que hagas tu vida con otra persona que te ame y te haga feliz como yo no estoy en condiciones de hacerlo. Para mi es este un padre que me enseña el valor del amor y de la sinceridad, en fin del respeto. Un padre que aunque sólo vea los fines de semana me dará atención y tiempo de calidad.
En general, el divorcio es una etapa difícil inicialmente para los hijos y esto varía según la edad, por lo general los más pequeños, hasta los 6 años aprox. lo asimilan mucho más rápido. Si los cónyuges consideran insoportable no separarse, mantenerse juntos supondría un engaño para todos, una total farsa familiar y, probablemente, los niños sufrirían mucho más viendo discusiones diarias y una falta de amor o cariño latente, que si el divorcio se consumara. Está claro que el divorcio no es bueno y, muchas veces, dependiendo de cómo se desarrolle la separación puede significar un dolor difícil de superar para los hijos. Por este motivo, ante todo, hay que evitar meter a los niños dentro del conflicto. Es importante para su estabilidad emocional, que los padres sepan diferenciar entre el rol de pareja y el papel de padre y/o madre.
Enviado por: Laurita