Me diste la vida para cosas sencillas,
para descubrir a los demás,
para amar y sentir las ganas de vivir,
el sueño y el cansancio al sentir cada latido de mi corazón.
Descubrí que las confidencias más íntimas,
sinceras, dolorosas y más bellas pueden ser traicionadas,
convertidas en algo público y vulgar.
Lo que me has dado es soledad y dolor,
ya no quiero llorar, no quiero que la vida
me rinda incondicionalmente mis pensamientos.
Quítame la memoria que tengo por detrás,
y hazme ver las ganas de sentir, de querer, de sonreír,
de hacer, de creer y las ganas de tener ganas.
Mis lágrimas se rinden y mi espíritu de lucha me hizo renacer
de mis propias cenizas mi nostalgia, mi ausencia de muerte,
traición y soledad, por eso no quiero que mi tragedia le salpique a nadie…
Autor: Walter de Cañada